"Haz lo que tengas que hacer resueltamente, con todo tu corazón. El viajero que duda únicamente levanta polvo en el camino". EL DHAMMAPADA DE GAUTAMA EL BUDA. c. 500 a. de C.

miércoles


Shri hijo mío,
Debes llevar esto en tu mente:
Hay tres cosas que no deberían de olvidarse:
El Guru lleno de gracia,
El Buda iluminado
Memoria y conciencia.
Hay tres cosas que deberían recordarse:
El preceptor que te ordena,
Las enseñanzas que revelan el sendero,
Y la disciplina.
Hay tres cosas que debes tener:
Una mente que permanezca donde esta el cuerpo,
Un cuerpo que permanezca en el lugar adecuado,
Una mente que more en un estado de relajación.
Hay tres cosas que es mejor olvidar:
La cólera contra los enemigos,
El apego a los seres amados,
El sueño perezoso.
Hay tres cosas que es mejor restringir:
La lengua en público,
La mano en privado,
Los pensamientos siempre.
Hay tres cosas sobre las que uno debería de guardar silencio:
Las propias virtudes,
Las faltas de otros,
Nuestras intenciones para el futuro.
Hay tres cosas de las que uno no debe dar muestras:
El impulso a renunciar a los apegos mundanos,
La cebada trampa de la propia hipocresía,
La insistencia en exhibir el propio fervor religioso.
Hay tres cosas en las que uno debería de ser flexible:
Hablando con un amigo,
Llevando las vestimentas propias del país,
Dirigiendo la mente hacia el Dharma.
Hay tres cosas que no deberían de escucharse:
Palabras aduladoras,
Charlas de última locura,
Consejo de un necio.
Hay tres cosas que uno no debería ambicionar:
La fortuna de un hombre rico,
Una posición de categoría,
Vestidos superfluos.
Hay tres cosas de las que uno no debería hablar mal:
De una persona respetada,
De la mercancía de otro,
De un buen amigo.
Hay tres cosas que uno no debe ensalzar:
A un hombre que es vilipendiado por otros,
A un loco presuntuoso,
A tu propio hijo ante los demás.
Hay tres cosas que uno no debería ni ensalzar ni criticar:
A los familiares,
A un hombre del que nada sabes,
En realidad, a nadie.
Hay tres lugares a los que no deberíamos ir:
Entre gente hostil,
A una aglomeración multitudinaria,
A un lugar donde se juega.
Hay tres cosas de las que no se debería hablar:
Del Dharma a quienes no quieren oírlo,
De asuntos privados con extraños,
De fantasías sin sentido.
Hay tres cosas que no deberían hacerse:
Comportarse temperamentalmente con un amigo,
Hablar inconsecuentemente,
Actuar con dos caras.
Hay tres cosas de las que uno debería refrenarse:
Presumir de la propia importancia,
Señalar repentinamente las faltas de los demás,
Menospreciar a los demás.
Hay tres cosas que uno no debería ofrecer:
Devoción a un charlatán,
Regalos a aquellos de más alto rango,
Los más infinitos pensamientos a cualquiera.
Hay tres cosas en las que uno no debería dejar la mente:
El cuerpo de hermosas muchachas,
La conducta de un amigo,
Las propias virtudes.
Hay muchas otras cosas que deberías recordar, pero lo esencial es observarte a ti mismo en todo momento. No lo olvides, tanto la práctica mundana como espiritual están aquí contenidas. Estas pocas palabras están llenas de profundo significado, no las ignores

ESTA AUSENCIA

Despertar en el frio abismo de tu ausencia
Es rogar por las horas perdidas en mi habitacion
Recordar cada lagrima que fue tan nuestra
Me desangra el alma, me desangra el alma

Es andar el sendero que escribimos juntos
Es tocar un silencio profundo en el corazon
Escapar por las brechas de un amor profundo
Es mentir de nuevo por negar tu ausencia

Esta ausencia tan grande
tan dura, tan honda
Que quiebra en pedazos
Mi razon.

Esta ausencia desnuda
De dudas y sombras
Me clava tu amor

Esta ausencia que duele 
En el fondo del alma
Que quema por dentro 
Mi sueño y mi calma

Esta ausencia de hielo
De piel, de silencio
Que corta las horas sin piedad

Esta ausencia infinita 
De noches y dias
No tiene final

Fue tan facil decir 
Que el adios sanaria
Las espinas clavadas 
En tu alma y la mia

Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volveras, volveras.

Ya lo ves, tu partida no condujo a nada
Porque nada hace el tiempo a la sombra de mi soledad
Ya lo ves, derrotado y sin hallar la calma
Que daria por verte y olvidarlo todo.

Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volveras

Y me desangra tu partida
Y tu recuerdo hace temblar mi corazon
Como olvidarte si no quiero 
Porque es que amor sin ti yo muero

Esta ausencia me grita
Que se acaba la vida
Porque no volveras, volveras, volveras 

domingo

MAÑANA TE LO DIRÉ-CUENTO HINDÚ

El rey era un hombre joven sinceramente preocupado por las cuestiones metafísicas. Aspiraba a conquistar la liberación interior y sabía que lograrla requería muchísima motivación y un enorme esfuerzo. Comenzó a preguntarse si una persona necesitaría más de una liberación y, atormentado por esta cuestión, hizo llamar a su maestro.
-Venerable yogui. Hay una cuestión que me inquieta mucho. Incluso me roba el sueño. Yo sé hasta qué punto hay que esforzarse para hallar la Liberación pero me pregunto: ¿Basta con que una persona se libere una vez o son necesarias más liberaciones?
El yogui sólo repuso:
-Mañana, señor, te lo diré al amanecer.
El monarca ni siquiera pudo conciliar el sueño. Estaba ansioso por recibir la respuesta. Los primeros rayos del sol iluminaron su reino. Se incorporó y comenzó a ataviarse. Recordó que tenía que estar presente en una ejecución que iba a llevarse a cabo. Por haber violado y matado a varias mujeres, un hombre había sido condenado a la horca. El juez había anunciado: “Este hombre cruel y perverso debería ser ahorcado por cada uno de sus crímenes”.
Cuando el rey salió de su cámara, el yogui lo estaba esperando.
-Estoy ansioso por conocer tu respuesta -dijo el rey nada más verle.
-La conocerás, señor, si me permites acompañarte a contemplar la ejecución.
El monarca y el yogui asistieron a la ejecución. El asesino fue ahorcado. Entonces el rey se volvió hacia el yogui y le preguntó:
-¿Cuándo responderás a mi pregunta?
-Ahora mismo, majestad -repuso el yogui-. Ese hombre que acaba de ser ejecutado debería haber sido ahorcado, según el juez, una vez por cada uno de sus crímenes. ¿Pueden acaso ahorcarlo de nuevo?
-Claro que no -afirmó el monarca-. Un hombre ahorcado no puede ser ahorcado de nuevo.
Y el yogui dijo:
-Y un hombre liberado, ¿puede liberarse de nuevo?

miércoles

EL AMOR ES CIEGO (MARIO BENEDETTI)

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso:

- ¿Jugamos al escondite?

La Intriga se levantó con los ojos fruncidos, y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó:

- ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego – explicó la Locura – en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.

El Entusiasmo se halló secundado por la Euroia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso la Apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participarl La Verdad prefirió no esconderse; ¿para qué? Si al final siempre le hallaban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y La Cobardía prefirió no arriesgarse.

- Uno, dos, tres…. comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra de el Triunfo, que con su pripio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.

La Generosidad, casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿qué si un lago cirstalino? ¡ Es ideal para la Belleza!; ¿Qué si la rendija de un árbol? ¿Perfecto para la Timidez; ¿qué si el vuelo de una mariposa? ¡ Lo mejor para la Voluptuosidad!; ¿qué si una ráfaga de viento? ¡ Magnífico para la Libertad! Asíq ue terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoismo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… eso sí, sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris); y La Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes, el Olvido …¡se me olvidó donde se escondió!… pero no es lo importante.

Cuando la Locura contaba 999999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

- ¡Un millón! – contó la Locura y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la Envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al algo descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris… (¡Mentira, ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas… Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor y la Locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra,

El amor es ciego y la locura siempre, siempre le acompaña.

Fuente: cuento de Mario Benedetti