"Haz lo que tengas que hacer resueltamente, con todo tu corazón. El viajero que duda únicamente levanta polvo en el camino". EL DHAMMAPADA DE GAUTAMA EL BUDA. c. 500 a. de C.

viernes

LA VERDAD... ¿ES LA VERDAD?

El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.

Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.

--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.

--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.

--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.

--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?

--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.

El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:

--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.

El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.

El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”.

Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:

--¿Adónde vas?

--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.

El capitán aseveró:

--No lo creo.

--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.

--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.

--Así es -afirmó el ermitaño-.

Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad!


*El Maestro dice: El aferramiento a los puntos de vista es una traba mental y un fuerte obstáculo en el viaje interior.

lunes

DEJA UNA PARTE



Yo es que no sé querer y no estar vivo,
se me enfada el alma,
y aunque a veces vuelve a convencerla el tiempo,
mientras tanto es que soy nada, soy nada... nada.

Yo es que no sé querer si tengo frío,
se congelan hasta los trocitos que te doy de vida en cada beso,
se congelan hasta que me escarchas y soy nada.

Ahora que no estás, ahora que no te quiero entender,
déjame estarme, deja que esté, deja...

Deja una parte, deja que aún pueda querer,
querer a mares, como te quise ayer,
deja una parte, deja que me quede algún cachito,
es que verás, me falta un aire,
un suspiro no más para que este mundo dé igual...

Yo es que no sé querer sin sentirlo,
y es pensarte por buscar, y sentir algún resquicio,
siento frío, siento cómo me desarmas,
siento que me falta el aire, siento que me ardes...

Ahora que no estás, ahora que no te quiero entender,
déjame estarme, deja que esté, deja...

Deja una parte, deja que aún pueda querer,
querer a mares, como te quise ayer,
deja una parte, deja que me quede algún cachito,
es que verás, me falta un aire,
un suspiro no más para que este mundo dé igual...

Deja que pueda despertar, que sea un mal sueño nada más,
deja, deja, déjame despertar...
me falta el aire, deja, deja... deja una parte,
deja que me quede algún cachito, es que verás,
me falta un aire, un suspiro no más para que este mundo dé igual